Breve Diccionario sobre la Violencia

Más que un diccionario de categorías es un diccionario de ideas de los autores que vamos leyendo o escuchando a lo largo del Seminario. Son tomadas de cada uno de los textos de la bibliografía.

"Hacer teoría sin acción es soñar despiertos, pero la acción sin teoría amenaza con producir una pesadilla".

Rita Laura Segato. "Estructuras elementales de la violencia"


AUTORIDAD:

Hanna Aretd: Atribuida a personas o entidades, se caracteriza por reconocimiento, sin precisar de la coacción o la persuasión.

DERECHO

El Derecho natural, son un conjunto de valores o principios que se encuentran en la naturaleza y conciencia del hombre. Por su parte, el Derecho positivo, son normas dictadas por el Estado con el objetivo de regular la conducta del hombre en sociedad.

Walter Benjamin: el derecho positivo exige a todo poder un testimonio de su origen histórico, que implica en ciertas condiciones su sanción y legitimidad

Walter Benjamin: La violencia, cuando no se halla en posesión del derecho a la sazón existente, represente para éste una amenaza, no a causa de los fines que la violencia persigue, sino por su simple existencia fuera del derecho.

GLOBALIZACION

Arjun Appadurai: En Estados Unidos, y digamos que en los diez países mas ricos del mundo, la globalización es una palabra de moda, positiva, para las elites empresariales y sus aliados políticos. Pero para los inmigrantes, las personas de color y otros marginados (los denominados «el Sur del Norte») representa una fuente de inquietud relativa a la inclusión, el trabajo y una marginación a(m mas profunda. Y la inquietud de los marginados, como siempre en la historia del hombre, constituye un problema para las elites. En los restantes países del mundo, los subdesarrollados y verdaderamente indigentes, hay una doble preocupación: el temor a una inclusión ejecutada de forma draconiana, y el temor a la exclusión, pues esta parece la exclusión de la historia misma. 

PODER:

Hanna Aretd: Poder corresponde a la capacidad humana, no simplemente para actuar, sino para actuar concertadamente. El poder nunca es propiedad de un individuo; pertenece a un grupo y sigue existiendo mientras que el grupo se mantenga unido

Hanna Aretd: El poder no puede ser medido en términos de riqueza, que una abundancia de riqueza puede erosionar al poder, que las riquezas son particularmente peligrosas para el poder y el bienestar de las Repúblicas. -Atisbo que no ha perdido su validez porque haya sido olvidado, especialmente en esta época en que esa verdad ha adquirido una nueva dimensión en su validez por tornarse también aplicable al arsenal de la violencia.

Hanna Aretd: … En términos de nuestras tradiciones de pensamiento político estas definiciones tienen mucho a su favor. No sólo se derivan de la antigua noción del poder absoluto que acompañó a la aparición de la Nación-Estado soberana europea, cuyos primeros y más importantes portavoces fueron Jean Bodin, en la Francia del siglo XVI, y Thomas Hobbes en la Inglaterra del siglo XVII, sino que también coinciden con los términos empleados desde la antigüedad griega para definir las formas de gobierno como el dominio del hombre sobre el hombre -de uno o de unos pocos en la monarquía y en la oligarquía, de los mejores o de muchos en la aristocracia y en la democracia-. Hoy debemos añadir la última y quizá más formidable forma de semejante dominio: la burocracia o dominio de un complejo sistema de oficinas en donde no cabe hacer responsables a los hombres, ni a uno ni a los mejores, ni a pocos ni a muchos, y que podría ser adecuadamente definida como el dominio de Nadie. (Si, conforme el pensamiento político tradicional, identificamos la tiranía como el Gobierno que no está obligado a dar cuenta de sí mismo, el dominio de Nadie es claramente el más tiránico de todos, pues no existe precisamente nadie al que pueda preguntarse por lo que se está haciendo. Es este estado de cosas, que hace imposible la localización de la responsabilidad y la identificación del enemigo, una de las causas más poderosas de la actual y rebelde intranquilidad difundida por todo el mundo, de su caótica naturaleza y de su peligrosa tendencia a escapar a todo control, al enloquecimiento.)

Hanna Aretd: Todas las instituciones políticas son manifestaciones y materializaciones de poder; se petrifican y decaen tan pronto como el poder vivo del pueblo deja de apoyarlas. Esto es lo que Madison quería significar cuando decía que «todos los Gobiernos descansan en la opinión» no menos cierta para las diferentes formas de monarquía como para las democracias («Suponer que el dominio de la mayoría funciona sólo en la democracia es una fantástica ilusión», como señala Jouvenel: «El rey, que no es sino un individuo solitario, se halla más necesitado del apoyo general de la Sociedad que cualquier otra forma de Gobierno» Incluso el tirano, el que manda contra todos, necesita colaboradores en el asunto de la violencia aunque su número pueda ser más bien reducido). Sin embargo, la fuerza de la opinión, esto es, el poder del Gobierno, depende del número; se halla «en proporción con el número de los que con él están asociados» y la tiranía, como descubrió Montesquieu, es por eso la más violenta y menos poderosa de las formas de Gobierno.

Hanna Aretd: Una de las distinciones más obvias entre poder y violencia es que el poder siempre precisa el número, mientras que la violencia, hasta cierto punto, puede prescindir del número porque descansa en sus instrumentos. Un dominio mayoritario legalmente restringido, es decir, Una democracia sin constitución, puede resultar muy  formidable en la supresión de los derechos de las minorías y muy efectiva en el ahogo del disentimiento sin empleo alguno de la violencia. Pero esto no significa que la violencia y el poder sean iguales.

Hanna Aretd: Pero debe reconocerse que resulta especialmente tentador en una discusión sobre lo que es realmente uno de los tipos del poder, es decir, el poder del Gobierno, concebir el poder en términos de mando y obediencia e igualar así al poder con la violencia. Como en las relaciones exteriores y en las cuestiones internas aparece la violencia como último recurso para mantener intacta la estructura del poder frente a los retos individuales -el enemigo extranjero, el delincuente nativo- parece como si la violencia fuese prerrequisito del poder y el poder nada más que una fachada, el guante de terciopelo que o bien oculta una mano de hierro o resultará pertenecer a un tigre de papel.

Hanna Aretd: El poder corresponde a la esencia de todos los Gobiernos, pero no así la violencia. La violencia es, por naturaleza, instrumental; como todos los medios siempre precisa de una guía y una justificación hasta lograr el fin que persigue. Y lo que necesita justificación por algo, no puede ser la esencia de nada.

Hanna Aretd: Los que se oponen a la violencia con el simple poder pronto descubrirán que se enfrentan no con hombres sino con artefactos de los hombres, cuya inhumanidad y eficacia destructiva aumenta en proporción a la distancia que separa a los oponentes. La violencia puede siempre destruir al poder; del cañón de un arma brotan las órdenes más eficaces que determinan la más instantánea y perfecta obediencia. Lo que nunca podrá brotar de ahí es el poder.

Hanna Aretd: Políticamente hablando lo cierto es que la pérdida de poder se convierte en una tentación para reemplazar al poder por la violencia -en 1968, durante la celebración de la Convención Demócrata en Chicago, pudimos contemplar este proceso por televisión- y que la violencia en sí misma concluye en impotencia. Donde la violencia ya no es apoyada y sujetada por el poder se verifica la bien conocida inversión en la estimación de medios y fines. Los medios, los medios de destrucción, ahora determinan el fin, con la consecuencia de que el fin será la destrucción de todo poder.

Hanna Aretd: La diferencia decisiva entre la dominación totalitaria basada en el terror y las tiranías y dictaduras, establecidas por la violencia, es que la primera se vuelve no sólo contra sus enemigos, sino también contra sus amigos y auxiliares, temerosa de todo poder, incluso del poder de sus amigos. El clímax del terror se alcanza cuando el Estado policial comienza a devorar a sus propios hijos, cuando el ejecutor de ayer se convierte en la víctima de hoy. Y éste es también el momento en el que el poder desaparece por completo.

Hanna Aretd: Décadas después de que murieran Sorel y Pareto se tornó completamente manifiesto algo más, incomparablemente más desastroso para esta concepción. El enorme crecimiento de la productividad en el mundo moderno no fue en absoluto debido a un aumento de la productividad de los trabajadores, sino exclusivamente al desarrollo de la tecnología y esto no dependió ni de la clase trabajadora ni de la burguesía, sino de los científicos. Los «intelectuales», tan despreciados por Sorel y Pareto, dejaron repentinamente de ser un grupo social marginal y surgieron como una nueva élite cuyo trabajo, tras haber modificado en unas pocas décadas las condiciones de la vida humana, casi hasta hacerlas irreconocibles, ha seguido siendo esencial para el funcionamiento de la sociedad. Existen muchas razones por las que este nuevo grupo no se ha constituido, al menos todavía, como una élite del poder; pero hay también muchas razones para creer, con Daniel Bell, que «no sólo los mejores talentos sino, eventualmente, todo el complejo de prestigio social y de estatus social, acabará por enraizarse en las comunidades intelectual y científica».

Michel FoucaultLa función caleidoscópica del poder no quiere decir subordinación a una estructura, sino que ha de entenderse en términos de inmanencia. Que el poder es inmanente, significa que crea instituciones, produce realidad, genera discursos, engendra prácticas, se vale de estrategias y emplea instrumentos de intervención

VIOLENCIA:

Arjun Appadurai: Entre 1 998 y 2004, se desarrollaron  dos tipos principales de violencia. El primero de ellos, que observamos en Europa del Este, Ruanda e India a principios de los años noventa, mostró que el mundo posterior a 1989 no marchaba hacia el progreso en todos sus frentes y que la globalizaci6n podía poner al descubierto patologías severas en las ideologías consagradas a lo nacional. El segundo tipo de violencia, oficialmente globalizado bajo la rubrica de «guerra contra el terror», podría caracterizarse mediante los catastr6ficos ataques del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center, en Nueva York, y al Pentagono, en Virginia. Estos últimos sucesos hicieron de los años noventa una década de superviolencia, una década caracterizada por el hecho de que en muchas sociedades el continuo incremento de la guerra civil era un rasgo de la vida corriente.

Arjun Appadurai: A fin de comprender mejor que nexos podrían existir entre la globalizaci6n y las limpiezas étnicas y el terror, propongo una serie de ideas interrelacionadas. El primer paso es reconocer que bajo la idea misma del Estado-naci6n moderno subyace otra idea fundamental y peligrosa, la idea de una «etnia nacional». Ninguna naci6n moderna, por mas benigno que sea su sistema político, por mas elocuentes que sean sus voces publicas respecto a las virtudes de la tolerancia, el multiculturalismo y la inclusión, esta libre de la idea de que su soberanía nacional se halla construida sobre una suerte de genio étnico.

Arjun Appadurai: Algunos grandes teóricos de la política, particularmente Hannah Arendt (1968), han observado también que la idea de un pueblo nacional es el talón de Aquiles de las sociedades liberales modernas. En mi argumentación sigo algunas ideas de Mary Douglas y otros antropólogos para sostener que el camino que va desde el genio nacional hasta una cosmología acabada y total de la nación sagrada y, ulteriormente, hacia la pureza y la limpieza étnicas es relativamente directo. 

Arjun Appadurai: Esta tendencia etnicista inherente a todas las ideologías nacionalistas no explica por que solo algunos sistemas políticos nacionales se convierten en escenario de violencia a gran escala, guerra civil o limpieza étnica. Necesitamos recurrir aquí a una segunda idea, relativa al lugar que ocupa la incertidumbre social en la vida de la sociedad. 

Arjun Appadurai: Esta clase de incertidumbre se halla íntimamente relacionada con el hecho de que los grupos étnicos de hoy se cuentan por miles y sus movimientos, mezclas, estilos culturales y representaci6n en los medios de comunicaci6n crean dudas profundas acerca de quienes exactamente se hallan dentro del « nosotros» y quienes dentro del «ellos ». 

Arjun Appadurai: Cada tipo de incertidumbre cobra fuerza siempre que hay movimientos de personas a gran escala (por la raz6n que sea), cuando las identidades étnicas a gran escala llevan consigo nuevas recompensas y riesgos o cuando las redes existentes de conocimiento social son socavadas por el rumor, el terror o el desplazamiento social. Allí donde una o varias de estas formas de incertidumbre social entran en juego, la violencia puede crear una macabra forma de certeza y puede convertirse en una técnica brutal ( o un procedimiento de descubrimiento propio del pueblo) acerca de «ellos» y, por lo tanto, acerca de «nosotros». Puede que esta volátil relaci6n entre certeza e incertidumbre adquiera un sentido especial en la era de la globalización. 

Arjun Appadurai: La violencia a gran escala no es simplemente el producto de identidades antag6nicas, sino que la violencia misma es una de las maneras a través de las que se produce la ilusi6n de unas identidades fijas y plenas, en parte para contrarrestar las incertidumbres acerca de la identidad que la circulaci6n global invariablemente produce. 

Arjun Appadurai: Las mayorías numéricas pueden convertirse en predatorias y etnocidas de los números pequeños precisamente cuando algunas minorías (y sus números pequeños) recuerdan a las mayorías la pequeña brecha que media entre su condición de mayorías y el horizonte de un todo nacional impoluto, de una etnia nacional pura y sin tacha. 

Arjun Appadurai: La ira y el temor que producen conjuntamente lo incompleto y la incertidumbre ya no pueden ser afrontados mediante la extinción mecánica o la expulsión de las minorías no deseadas. La minoría es el síntoma, pero el problema subyacente es la diferencia misma. De modo que la eliminaci6n de la diferencia misma (no solo su hipervinculación con las diferencias menores) es la nueva marca distintiva de los actuales narcisismos predatorios a gran escala. Puesto que el proyecto de eliminación de la diferencia es básicamente imposible en un mundo de límites difusos, matrimonios mixtos, lenguajes compartidos y otras profundas interrelaciones, esta destinado a producir un orden de frustración capaz de comenzar a dar cuenta de los excesos sistemáticos que podemos ver en las noticias actuales. 

Hanna Aretd: Se distingue por su carácter instrumental y es empleada para multiplicar la potencia natural.

Hanna Aretd: La rebelión estudiantil es un fenómeno global pero sus manifestaciones, desde luego, varían considerablemente de país a país, a menudo de universidad a universidad. Esto es especialmente cierto por lo que se refiere a la práctica de la violencia. La violencia ha seguido siendo fundamentalmente una cuestión de teoría y retórica donde el choque entre generaciones no ha coincidido con un choque entre tangibles intereses de grupo. Así sucedió especialmente en Alemania donde los claustros de profesores se beneficiaban del abarrotamiento de clases y seminarios. En América, el movimiento estudiantil resultó seriamente radicalizado allí donde la policía y la brutalidad de la policía intervinieron en manifestaciones esencialmente no violentas: ocupación de edificios de la administración, sentadas, etc. La violencia seria entró sólo en escena con la aparición del Black Power en el campus. Los estudiantes negros, la mayoría de los cuales habían sido admitidos sin la necesaria aptitud académica, se consideraron y se organizaron como un grupo de intereses, representantes de la comunidad negra. Su interés consistía en reducir los niveles académicos. Se mostraron más prudentes que los rebeldes blancos pero desde un principio resultó claro, aun antes de los incidentes de la Universidad Cornell y del City College de Nueva York, que, con ellos, la violencia no era cuestión de teoría y retórica.

Hanna Aretd: La nueva e innegable glorificación de la violencia por el movimiento estudiantil tiene una curiosa peculiaridad: mientras la retórica de los nuevos militantes se halla claramente inspirada por Fanón, sus argumentos teóricos contienen habitualmente nada más que un batiburrillo de residuos marxistas. Y esto resulta además completamente desconcertante para cualquiera que haya leído a Marx o a Engels. ¿Quién podría denominar marxista a una ideología que ha puesto su fe en los «gandules sin clase», que cree que «en el lumpenproletariado hallará la rebelión su vanguardia» y que confía en que los «gánsters iluminarán el camino al pueblo»?

Hanna Aretd: Sartre, con su gran fortuna para las palabras, ha proporcionado expresión a la nueva fe. «La violencia», cree ahora basándose en el libro de Fanón, «como la lanza de Aquiles, puede curar las heridas que ha infligido». Si esto fuera cierto, la venganza sería una panacea para la mayoría de nuestros males. Este mito es más abstracto, está más apartado de la realidad que el mito de Sorel relativo a la huelga general. Está a la par con los peores excesos retóricos de Fanón, tales como el de que «es preferible el hambre con dignidad al pan comido en la esclavitud». No son necesarias historia o teoría algunas para refutar esta declaración; el más superficial observador de los procesos que experimenta el cuerpo humano sabe que no es cierto. Pero si hubiese dicho que el pan comido con dignidad era preferible al pastel comido en la esclavitud la nota retórica se habría perdido.

Hanna Aretd: Como lo que nos interesa fundamentalmente es la violencia debo prevenir aquí contra la tentación de una falsa interpretación. Si consideramos a la Historia en términos de un continuo proceso cronológico, cuyo progreso es inevitable, la violencia, en forma de guerras y revoluciones puede presentarse como la única interrupción posible. Si esto fuera cierto, si sólo el ejercicio de la violencia hiciera posible la interrupción de procesos automáticos en el dominio de los asuntos humanos, los predicadores de la violencia habrían conseguido una importante victoria. (Teóricamente, por lo que yo sé, esta victoria nunca ha sido lograda, pero me parece indiscutible que las quebrantadoras actividades estudiantiles de los últimos años se hallan basadas en esta convicción.) Es función, sin embargo, de toda acción, a diferencia del simple comportamiento, interrumpir lo que de otra manera se hubiera producido automáticamente y, por eso, previsiblemente.

Hanna Aretd: En realidad, en todas las empresas ilegales, delictivas o políticas, el grupo, por su propia seguridad, exigirá «que cada individuo realice una acción irrevocable» con la que rompa su unión con la sociedad respetable, antes de ser admitido en la comunidad de violencia. Pero una vez que un hombre sea admitido, caerá bajo el intoxicante hechizo de «la práctica de la violencia [que] une a los hombres en un todo, dado que cada individuo constituye un eslabón de violencia en la gran cadena, una parte del gran organismo de la violencia que ha brotado»

Hanna Aretd: Nada, en mi opinión, podría ser teóricamente más peligroso que la tradición de pensamiento orgánico en cuestiones políticas, por la que el poder y la violencia son interpretados en términos biológicos. Según son hoy comprendidos estos términos, la vida y la supuesta creatividad de la vida son su denominador común, de tal forma que la violencia es justificada sobre la base de la creatividad. Las metáforas orgánicas de que está saturada toda nuestra presente discusión de estas materias, especialmente sobre los disturbios -la noción de una «sociedad enferma» de la que son síntoma los disturbios, como la fiebre es síntoma de enfermedad- sólo pueden finalmente promover la violencia. De esta forma, el debate entre quienes proponen medios violentos para restaurar «la ley y el orden» y quienes proponen reformas no violentas comienza a parecerse alarmantemente a una discusión entre dos médicos que debaten las ventajas de una operación quirúrgica frente al tratamiento del paciente por otros medios. Se supone que cuanto más enfermo esté el paciente, más probable será que la última palabra corresponda al cirujano. Además, mientras hablamos en términos no políticos, sino biológicos, los glorificadores de la violencia pueden recurrir al innegable hecho de que en el dominio de la Naturaleza la destrucción y la creación son sólo dos aspectos del proceso natural, de forma tal que la acción violenta colectiva puede aparecer tan natural en calidad de prerrequisito de la vida colectiva de la Humanidad como lo es la lucha por la supervivencia y la muerte violenta en la continuidad de la vida dentro del reino animal.

Hanna Aretd: El peligro de dejarse llevar por la engañosa plausibilidad de las metáforas orgánicas es particularmente grande allí donde se trata del tema racial. El racismo, blanco o negro, está por definición preñado de violencia porque se opone a hechos orgánicos naturales -una piel blanca o una piel negra- que ninguna persuasión ni poder puede modificar; todo lo que uno puede hacer, cuando ya están las cartas echadas, es exterminar a sus portadores. El racismo, a diferencia de la raza, no es un hecho de la vida, sino una ideología, y las acciones a las que conduce no son acciones reflejas sino actos deliberados basados en teorías seudocientíficas. La violencia en la lucha interracial resulta siempre homicida pero no es «irracional»; es la consecuencia lógica y racional del racismo, término por el que yo no entiendo una serie de prejuicios más bien vagos de una u otra parte, sino un explícito sistema ideológico.

Hanna Aretd: La violencia, siendo por su naturaleza un instrumento, es racional hasta el punto en que resulte efectiva para alcanzar el fin que deba justificarla. Y dado que cuando actuamos nunca conocemos con certeza las consecuencias eventuales de lo que estamos haciendo, la violencia seguirá siendo racional sólo mientras persiga fines a corto plazo. La violencia no promueve causas, ni la historia ni la revolución, ni el progreso ni la reacción; pero puede servir para dramatizar agravios y llevarlos a la atención pública. Y desde luego, la violencia, contra lo que sus profetas tratan de decirnos, es más un arma de reforma que de revolución. Francia no hubiera obtenido su ley más radical desde los tiempos de Napoleón para modificar su anticuado sistema de enseñanza si los estudiantes franceses no se hubieran lanzado a la revuelta; si no hubiera sido por los disturbios de la primavera, nadie en la Universidad de Columbia hubiera soñado en aceptar la introducción de reformas y es probablemente muy cierto que en Alemania occidental la existencia de «minorías disidentes ni siquiera hubiese sido advertida si no hubiera sido porque éstas se lanzaron a la provocación»

Hanna Aretd: El peligro de la violencia, aunque se mueva conscientemente dentro de un marco no violento de objetivos a corto plazo, será siempre el de que los medios superen al fin. Si los fines no se obtienen rápidamente, el resultado no será sólo una derrota sino la introducción de la práctica de la violencia en todo el cuerpo político. La acción es irreversible y siempre resulta improbable en caso de derrota un retorno al status quo. La práctica de la violencia, como toda acción, cambia el mundo, pero el cambio más probable originará un mundo más violento.

Rita Laura Segato: La violencia que en el pasado fue legitimada continúa siendo formadora de la gramática en que se forma la subjetividad masculina.

Robert Muchembled: Nobles o plebeyos, poderosos o débiles, todos los hombres son educados en el marco de una «cultura de la violencia» basada en la necesidad de defender la honra masculina contra los competidores. La brutalidad de las relaciones humanas compone un lenguaje social universal, considerado como normal y necesario en Occidente hasta el siglo XVII por lo menos. Antes de ser lentamente monopolizada por el Estado y la nación, la violencia conforma la personalidad masculina según el modelo noble de la virilidad y el virtuosismo en el uso de las armas que se exige a todos los aristócratas, dibujando en negativo y por oposición el modelo de la débil mujer.

Robert Muchembled: En términos legales, la violencia designa los delitos contra las personas, que comprenden el homicidio, los golpes y heridas, las violaciones, etc. La clasificación de estos fenómenos no es idéntica ni en todos los países ni en todas las épocas, lo cual complica la tarca de los historiadores.

Robert Muchembled: En nuestra época, los principales autores de violencias mortíferas siguen siendo hombres jóvenes, con pocos estudios y principalmente de extracción popular o pobres.2 Esto revela no sólo una división económica y social, sino también una importante diferencia cultural, pues los comportamientos violentos han sido erradicados más rápida y fácilmente por la educación, la moral y la presión ambiental entre los herederos de las capas superiores.

Robert Muchembled: Los enfoques psicológicos comportan una parte de explicación que es útil tener en cuenta. La violencia se activa a causa de las frustraciones o las heridas narcisistas que tienen que ver con el amor propio y la autoestima. La intensidad de la respuesta brutal parece mayor en caso de insultos o de expresiones despectivas que emanen de una persona admirada o de un representante de la autoridad, como un profesor o un policía.9 Aún es más viva en grupo, cosa que ha demostrado Gustave Le Bon a propósito de los fenómenos de masas.10 En efecto, los individuos, al sentirse entonces desinhibidos, experimentan una sensación de impunidad ligada al anonimato, como puede constatarse en el seno de las bandas de alborotadores cubiertos con pasamontañas en los suburbios franceses a principios del siglo XXI. Algunos trabajos empíricos han demostrado además que una alta densidad de población, por ejemplo en un parvulario, aumenta los comportamientos agresivos, ya que cada uno parece defender su territorio

Slavoj Žižek: 

Hay tres variantes de la misma: la violencia subjetiva –aquella directamente visible, perpetrada por un agente que podemos identificar al instante–, la violencia objetiva sistémica –inherente a los procesos económicos capitalistas y a los sistemas políticos– y la violencia objetiva simbólica –puesta en escena por el lenguaje. La violencia subjetiva se experimenta como tal en contraste con un fondo de nivel cero de violencia, se ve como una perturbación del estado de cosas “normal” y pacífico. La violencia objetiva es precisamente la violencia inherente a este estado de cosas “normal”, es invisible. 

Walter Benjamin: La tarea de una crítica de la violencia puede definirse como la exposición de su relación con el derecho y con la justicia.

Walter Benjamin: la violencia, para comenzar, sólo puede ser buscada en el reino de los medios y no en el de los fines.

Walter Benjamin: Según la concepción jusnaturalista (que sirvió de base ideológica para el terrorismo de la Revolución Francesa) la violencia es un producto natural, por así decir una materia prima, cuyo empleo no plantea problemas, con tal de que no se abuse poniendo la violencia al servicio de fines injustos.

Walter Benjamin: Quizás estas concepciones han sido vueltas a estimular a continuación por la biología darwinista, que considera en forma del todo dogmática, junto con la selección natural, sólo a la violencia como medio originario y único adecuado a todos los fines vitales de la naturaleza. La filosofía popular darwinista ha demostrado a menudo lo fácil que resulta pasar de este dogma de la historia natural al dogma aún más grosero de la filosofía del derecho, para la cual aquella violencia que se adecua casi exclusivamente a los fines naturales sería por ello mismo también jurídicamente legítima.

Walter Benjamin: A esta tesis jusnaturalista de la violencia como dato natural se opone diametralmente la del derecho positivo, que considera al poder en su transformación histórica. Así como el derecho natural puede juzgar todo derecho existente sólo mediante la crítica de sus fines, de igual modo el derecho positivo puede juzgar todo derecho en transformación sólo mediante la crítica de sus medios.

El concepto jusnaturalismo hace referencia a la corriente filosófica que afirma la existencia de una ley de naturaleza reguladora de las acciones humanas, que existe como principio de regulación de un orden jurídico racionalmente constituido y como modelo base para la existencia de los ordenamientos actuales e historicos, cuya juridicidad tiene que adaptarse y valorarse con respecto a dicho dicho modelo. (https://definicionlegal.blogspot.com)

Violencia Mítica y Violencia Divina: 

Walter Benjamin: La violencia mítica en su forma ejemplar es una simple manifestación de los dioses. Tal violencia no constituye un medio para sus fines, es apenas una manifestación de su voluntad y, sobre todo, manifestación de su ser. Si la violencia mítica funda el derecho, la divina lo destruye. La violencia mítica es violencia sangrienta sobre la desnuda vida en nombre de la violencia, la pura violencia divina es violencia sobre toda vida en nombre del viviente. La primera exige sacrificios, la segunda los acepta.  Las manifestaciones de la violencia divina no se definen por el hecho de que Dios mismo las ejercita directamente en los actos milagrosos, sino por el carácter no sanguinario, fulminante, purificador de la ejecución.

Fanon y la Violencia: Conferencia de Roberto Almanza

Hay un aspecto importante con el que me gustaría empezar. Tiene que ver con la característica de este libro en particular. El libro escrito de Fanon es Piel negra, máscaras blancas. Es una tesis doctoral con la que él pretendía graduarse de psiquiatra en Lyon, Francia, y después se convirtió en libro. Pero los condenados de la tierra es un libro partisano, es un libro escrito como en la contingencia; hay una característica de este tipo de libros y es que como se piensa en respuesta a unas condiciones históricas y materiales determinadas, a veces estos libros pueden carecer de interés, a no ser que se un erudito o un académico que te acerques a estas temáticas de esa problemática concreta a la que se refiere el autor.

 Este es uno de esos libros que sobrevive a su tiempo. Fanon, en Piel negra, máscaras blancas, en una de sus primeras líneas dice que él es un hombre de su tiempo; es importante entender cuál es el tiempo de Fanon. Fue un tiempo de muchas revueltas, un tiempo de revoluciones. Estamos hablando de la conferencia de Gandung en 1955 en el que se nacen los movimientos no alineados o que no se articulan ni a la guerra fría ni al bloque soviético ni al bloque norteamericano; la conferencia de escritores negros en Roma en 1958 donde Cesaire se dirige a los organizadores para pedirles que no dejen hablar a Fanon, que solamente entregue su declaración y que otro la lea porque su estilo es muy incendiario; el auge de los derechos civiles en Estados Unidos; los procesos de descolonización en África… Es un tiempo de efervescencia y hay algo que está pasando ahí y que es de la preocupación de Fanon.

 Fanon está escribiendo este libro agonizando, acostado en una cama en Túnez, África, y se lo está dictando a su compañera en ese momento. Pide a Cesser que sea su prologista; Cesser se niega y está Sartre ahí quien es un intelectual comprometido y bastante importante en la interlocución con Fanon. Esto es importante porque a veces perdemos de vista que esta idea liberal del individuo como autor, solipsista, en su torre de marfil, que solamente está pensando y produce conocimiento de manera individual… esta cosa no es tal. El conocimiento se produce, también, por la relación o la manera en que uno interactúa con colegas, con el mundo, con libros. Entonces el estilo de Fanon o los diálogos o las maneras en que propone las cosas no es que no sea original, es que también hay que entender cuáles eran las lecturas que estaba haciendo. Está por un lado el existencialismo, él es un marxista que cree en el materialismo histórico, está influenciado por Sartre[1]… Hay todo un drama interesante que esconde este libro, una mística. Es un libro supremamente leído en varios tiempos, tiene una vigencia enorme o muchas vidas si se quiere: escrito en el 61, editado en Latinoamérica en el 63, leído por los Black Panters, por los movimientos libertarios en Sudáfrica, Stephen Biko está leyéndolo en Sudáfrica, están leyéndolo en las dictaduras del cono sur… Es un libro que tiene un ímpetu y que tiene muchas vidas. Es retomado en los 90’s por los estudios postcoloniales y en el 2000 por los estudios descoloniales; ha tenido múltiples vidas y ha respirado en diferentes momentos de la historia.

 Como les decía es un libro partisano escrito como intervención política, no es un libro académico; no tiene citas de autores. Tampoco es un libro erudito donde Fanon se pone a mencionar filósofos y cosas por el estilo. Es un libro que arde en su estructura, en su narrativa, en su momento es un poco irónico, a veces un poco oscuro. Pero tiene una preocupación, si Piel negra, máscaras blancas fue un libro diagnostico o sociodiagnostico, sociogénico, sobre la negrura, Los condenados de la tierra es un libro donde Fanon está haciendo advertencias. En 1963 ya hay países africanos que están descolonizándose; Kwame Nkrumah, en Ghana, está ocupando un papel importante como líder africano, se da la experiencia fallida de la Confederación de las Islas Occidentales (Trinidad y Tobago, Jamaica y Barbados); y dos años más tarde se da la independencia de las islas anglófonas en el Caribe. Entonces hay una advertencia ahí en Fanon, él dice cosas, así como “no es el momento para celebrar”; es decir, la descolonización o el nacimiento de repúblicas no trae consigo la liberación de manera automática. No es un momento de celebrar, es un momento de advertencias. Y ahí, en este libro Los condenados de la tierra, plantea la forma en que está pensando la nación Fanon.

 De pronto a veces el tema de la violencia es una obsesión de Occidente por centrarse en esa lectura casi fetichizada de Los condenados de la tierra y se pierde de vista la reflexión que sigue, el conjunto de la obra; la violencia solamente es el primer capítulo. Se hace demasiado énfasis y los reflectores se enfocan en el prólogo de Sartre por la estatura intelectual de este filósofo; se lee de manera mal leída la violencia en Fanon y se pierde de vista el proyecto humanista en el que defiende una idea de nación. Esto como un primer momento: es un libro de coyuntura, es un libro político.

Decía que las discusiones que tiene Fanon en esos momentos; está a una década de haberse culminado la segunda guerra mundial, Mao Zedong está en China… es decir, hay una efervescencia bastante fuerte frente a la obra de Fanon. Entonces, hay lecturas de Fanon y del mismo Sartre; una lectura que hace Sartre de la violencia muy ligada a una camisa de fuerza maniquea; a veces en ciertos pasajes de Los condenados de la tierra pareciese que Fanon enunciara eso, como si fuera un asunto simplemente de cambiar de puesto al colonizador y al colonizado, colocando a los colonizados en el lugar de los colonos. Eso no es tan cierto, eso merece una mejor lectura.

 Quiero empezar por una noción que Fanon trabaja en ese primer capítulo sobre la violencia y quiero que sea la puerta de entrada: la noción de petrificación. Quiero empezar por ahí para hacer referencia a las dos formas de violencia de las que se ocupa Fanon. Esta noción es analizada recientemente por Douglas Ficek; cuando pienso en la petrificación lo hago como este estado de quedarse quieto parecida a esa experiencia horrorosa de la parálisis del sueño, un estado de inmovilidad. Fanon hace alusión a la petrificación como ese estado de quedarse como una piedra, de cosificación. Al colonizado se le niega el dinamismo, la libertad. Es condenado a un lugar, a la zona del no ser –esto no lo menciona en Los condenados de la tierra, lo hace en Piel negra, máscaras blancas pero se entiende así–. Entonces el miedo, dice Ficek, te petrifica; te mantiene en un estado de no actividad. La no actividad debemos entenderla como no agencia, como no movilidad, y cuando asumes un estado de no movilidad la agencia te abandona. Si no hay agencia no hay subjetividad. Ficek va a citar un pasaje de El Ser y la nada, recordemos que Fanon está leyendo a Sartre también, que dice: “todo pensamiento serio es pensado por el mundo, se coagula, es un resto de realidad humana a favor del mundo. El hombre serio es del mundo no tiene recursos en sí mismo; él ni siquiera imagina una lejana posibilidad de salir del mundo porque se ha dado a sí mismo el tipo de existencia de una piedra”. Fíjense que hay influencia sartreriana en esta idea de petrificación de Fanon. Entonces, “la consistencia, la inercia”, dice Sartre, “la opacidad del ser inmerso en el mundo”. ¿Cómo entendemos en esta cita el mundo? El mundo, en esta cita de Sartre, es lo realmente existente; en otras palabras, simplemente lo que hay. En este mundo del colonialismo, o si utilizamos la categoría de Quijano, de la colonialidad, lo nativos serios son los que el colonialismo ha petrificado de manera exitosa; son seres que no cuestionan, son seres que se resisten al mundo colonial y aceptan sus límites, los límites que les ha puesto el colonialismo, y aceptan las instituciones que perpetúan el horrar de la subhumanización. Aceptan todo lo que implica el mundo colonial incluyendo la inferioridad ontológica del sujeto colonizado. Pero Fanon dice, y esto recuerda a la idea de Foucault, que donde hay poder hay resistencia y el poder no es absoluto. Entonces, para Fanon esta empresa de la colonización que intenta petrificar de una manera absoluta al colonizado nunca se cumple por completo; uno puede preguntarse ¿qué cosa desea más el colono que la petrificación? O para usar un término que nos remite más a la región Caribe, la zombificación. ¿Qué es la zombificación? Dentro de esa idea de la imaginería occidental, promovida por Hollywood,  la zombificación sería la cosificación absoluta. Volver una cosa al sujeto. Someterlo de manera completa. Pero dice Fanon “esta es una seudopetrificación en vano”, no se cumple.

Como venía diciendo, hay un momento donde el diagnostico que hace va señalando los problemas y cuáles son los desafíos que se deben desarrollar para poder lograr un ser en la nación. Esa primera frase de la violencia, esa primera línea del texto de Fanon que dice “la liberación nacional, el renacimiento nacional, restitución de la nación al pueblo, Commonwealth, cualesquiera que sean las rúbricas utilizadas o las nuevas fórmulas introducidas, la descolonización es siempre un fenómeno violento”. Esta sentencia se podría pensarla en los que está pasando en el Caribe o Gran Caribe, por ejemplo, desde Haití o Puerto Rico. Tengo una amiga puertoriqueña y ella me dice que “cuando nosotros pensamos en volvernos latinoamericanos pensamos que al frente de nuestra calle va a nacer una mata de plátano”. Hay una idea en el caribeño que el asunto de las repúblicas hay que tenerle cuidado. No sabemos quién va a llegar y quién sabe si sea peor que le Beké[2]. En esto hay un problema y es que la descolonizacion impajaritablemente requiere de la violencia. Fanon es consiente que el colonialismo es sumamente resistente, y que no solamente es necesario acabar las instituciones del colonialismo, sino que hay un peligro inminente que las instituciones que nazcan en la etapa del postcolonialismo también vengan cargadas de un conatos, de una potencia de las mismas características del colonialismo o tal vez peor. Para esto Fanon propone ir paso a paso. Él identifica que las instituciones pueden petrificarse, ya sabemos que la del colonialismo es por naturaleza petrificada por el colonizador, pero las nacientes también pueden devenir petrificadas. Dentro de la descolonización como fenómeno violento, Fanon distingue dos tipos de violencia: unan violencia que opera de manera catártica en la subjetividad y que tiene unos efectos sanadores, es una liberación sociológica por decirlo de alguna manera; y otra la organizativa.

Una de las críticas que se le hace a Fanon frente al tema de la violencia gira en torno a que a veces se pretendía conectar o pensar que el solo hecho de la violencia catártica, frente al colonizador, de ante mano ya aseguraba una suerte de positividad. Una suerte de camino sin piedras hacia un horizonte de la descolonización. Esto no es así y lo vemos constantemente en nuestras experiencias concretas en Latinoamérica; está el caso de Haití, por ejemplo, el caso reciente de Chile: unos estudiantes se vuelan un torniquete y desatan una revuelta nacional, niegan el estado actual del gobierno de Piñera. Pero de repente esta gran movilización es capturada por las instituciones y se resuelve de una manera un poco insólita: mediante una constituyente. Es decir, un movimiento que surge desde una suerte de violencias, de negación del estado, del orden político no desencadenó en una positividad o en un proyecto que condujera a una liberación. Lo que vemos constantemente en nuestro mundo cotidiano es eso. La primavera africana son movimientos multitudinarios de gente negando los gobiernos, pero no se ve que eso se transforme en un plano organizativo. Es así como se hace la distinción en Fanon sobre la violencia: hay una violencia catártica, negadora, y una violencia organizativa, una violencia organizada. Esto es lo que va a permitir el tránsito hacia la nación. En este punto se aprecia que la noción de nación es importante y va de la mano también con la idea de un humanismo y de un humano que defiende Fanon.

 En Fanon lo que vemos es una dialéctica fanoniana, la cual dentro de su concepto de violencia como condición de posibilidad de la descolonización consiste en un primer momento de estricta negatividad, es decir, negación del status quo. Negación absoluta. Los colonizados se dan cuenta que ya no hay posibilidad de acudir a las vías regulatorias de los espacios democráticos; se ha agotado todo. La política es injusta y requiere de una negación. Después que se niega viene un momento de liberación; por un lado este choque violento entre dos voluntades[3] donde una se impone sobre la otra, la del colonizado sobre la del colonizador. Y esto da una superación que se expresa de una manera de positividad; es decir, de una manera creativa y edificadora. El momento de la positividad es el momento del nuevo humanismo. Este punto es importante porque Fanon en algunos pasajes del capítulo sobre la violencia menciona que los colonizados, en muchas ocasiones, desean ocupar el lugar del colono. Cuando él hace esta referencia se entiendo como si fuera una cuestión dicotómica; de que simplemente es ocupar el lugar del colono, y la dialéctica fanoniana lo que intenta es romper esa relación, romper el espacio del colonialismo, romper la dimensión del colonialismo. Y para romper el ámbito del colonialismo es necesario romper la relación colono-colonizado. Así que esta idea de lo dicotómico de ocupar el lugar del colono es un deseo que produce la misma patología del colonialismo y que no está bien según Fanon; esto también hay que superarlo. Esto también está en Aime Cesaire cuando habla de liberar al colonizado, el colonizado está enfermo y necesita ser liberado de esa condición para que pueda emerger un humanismo que explore y que expanda todas las dimensiones de lo humano. Entonces, un primer momento de la dialéctica es el enfrentamiento de las voluntades; dos conciencias se enfrentan. Un segundo momento es el de la negación; una voluntad niega a la otra. En este caso de la fanoniana, el que era colonizado se llena de valor y niega al colonizador. Después hay una negación de la negación que es la que produce ese tercer momento que es la superación.

A veces a Fanon lo entienden como que él no brega con el tema de la negrura; lo que él no brega es con el tema de entender la negritud o la negrura como si fuera una ontología, un ser dotado ya de una esencia o una metafísica. Él no quiere destruir ese ser negro o indú, él no pretende destruir la diferencia. Lo que él pretende destruir, dentro de la idea de la dialéctica fanoniana ligada a la violencia, son las relaciones coloniales de dominación y subhumanización.

En esta idea de la violencia, dice Lewis Gordon, afrocaribeño jamaiquino y fanoniano, que hay una valoración normativa de la violencia. Esta idea nos permite abordar el tema tal vez desde un plano moral. Es decir, cuando la violencia está ligada al inocente, cuando la violencia es ejercida de una manera desmedida hacia el inocente hablamos de una victimización, y cuando la violencia está ligada al culpable, dice Lewis Gordon hablamos de retribución. Para Fanon la violencia que ejerce el colonizado sobre el colonizador es una violencia reactiva, es una violencia que reacciona ante una violencia previa. Haciendo referencia a un término de las ciencias políticas, el monopolio de la violencia la tiene el Estado, a veces, dentro del pensamiento serio de Sartre, se dice que esa violencia es legítima, la violencia del Estado, y simplemente la consentimos de una manera acrítica, Esto último especialmente cuando se ve la manera desproporcionada que se ejerce esa violencia por parte de los agentes del ESMAD, o cuando bombardean territorios con niños de por medio y que por el hecho de que tengan camuflado argumentan que actuaban en legítima defensa dejando caer todo el poder de la violencia estatal. Pero cuando la violencia viene de los oprimidos o de la gente de abajo, que trastocan, incomodan, fastidian el status quo, dice Lewis Gordon, todo será leído como violento. Un ejemplo de ello es la frase recurrente en México y Colombia cuando las feministas salen a manifestarse en contra de los feminicidios pintando las calles, las estatuas, y el Estado les dice “esas no son las formas”, “las feministas son muy violentas”, “no marchen así, manchen por el andén que fastidian a otras personas que desean trabajar”, “no rompan los vidrios”, “no quiebren las estatuas”… Todo lo que venga de abajo que amenace el status quo es violento.

Para Fanon esta situación es violenta y esto no puede resolverse de otra manera; hay uno intereses del colonizador y un interés del colonizado. Esto en realidad es una tragedia porque se van a enfrentar dos voluntades: los que tienen ejercer el poder colonial van a querer que las transformaciónes o los pasos de un estado colonial a un estado postcolonial no altere el statuos quo, no altere el orden y que solo se den matices. Que no alteren lo que han edificado con sudor y lágrimas. “Ustedes no entienden, pero hemos hecho mucho por ustedes” dice el colonizador, el beké…

Hay que leer todo lo dicho hasta el momento para pensar en la condición concreta de Colombia. El texto de Fanon tienen una vigencia porque nos permite pensar en nuestras realidades concretas. Él no da formulas, no da un paso a paso, pero sí señala los riesgos que hay del momento de la positividad porque todos creemos que el momento de la negatividad ya nos soluciona los problemas, pero no. El momento de la positividad es el momento real donde nos estamos jugando un proyecto verdadero de descolonización. Entonces tenemos estas dos voluntades donde ambas creerán que tienen la razón; nosotros los académicos podemos detectar que hay una injusticia histórica en una de ellas, pero un colonizador creerá que le están quitando lo propio y el colonizado… ya se conoce la historia. En esto hay una relación que no podrá resolverse de una manera pacífica.

Hay un documental sobre Fanon, se titula Fanon, ayer, hoy, de un filmaker de Argelia y es bastante interesante porque no solamente se queda rastreando el tema de Fanon en la historia, su paso por Argelia, Túnez; su paso también como militar en las disidencias frente al nacismo en francia, sino que también analiza y entrevista los movimientos sociales que han hecho leído a Fanon. En esa entrevista a un movimiento de mujeres argelinas y musulmanas, y dicen que efectivamente para ellas el acto violento fue un acto liberador; es un acto que conecta directamente con una subjetividad que ha sido dislocada. En Piel negra, máscaras blancas Fanon dice que el yo del afrocaribeño está desviado ¿por qué hay una desviación del yo? Porque ese yo o esa subjetividad fue creada, modelada con los ojos de un otro. Entonces la violencia catártica de Fanon es una violencia que logra restaurar y que permite de una manera devolverse a ese lugar; reconstruir una subjetividad que no esté dotada de esas proyecciones que hizo el otro sobre el colonizado. Este punto es bien importante porque es un punto ligado a restaurar al sujeto en ese primer momento de la violencia.

 Al ver cómo Fanon va construyendo la idea del compartimiento, una zona donde habitan el colonizado y el colonizador, la necesidad de la construcción de nuevos hombres, de romper con esa idea de los compartimentos. No es la idea en esa violencia de ocupar o desplazar al colonizador para que el colonizado ocupe su lugar sino romper con esa relación. Lo que se da cuenta Fanon es que era necesario poner las luces en la nueva burguesía nativa nacional, si bien la burguesía nacional cumple un papel importante en la descolonización, cuando se consiga este proyecto es necesario abrir los ojos frente a lo que van a ser las burguesías nativas nacionales. Porque estas burguesías suelen articularse fácilmente con los antiguos colonos, con las naciones capitalistas y poner en peligro este proyecto que apenas se está consolidando.




[1]     Hay una anécdota de Sartre cuando él está escribiendo el prólogo y tiene que salir al día siguiente de Argelia; Simone de Beauvoir le está llevando los manuscritos mientras Sartre está escribiendo hoja por hoja y Fanon leyendo los manuscritos para ser aprobados por él mientras está en una sala de hospital.

[2]     Gran terrateniente de las islas francófonas del Caribe.

[3]     Remitiendome a la idea hegeliana del deseo.

Geografías del terror:

 

Las ‘geografías de terror’ es una categoría que usa Ulrich Oslender para analizar la violencia que ha vivido la región del Pacífico colombiano. Este concepto “examina un número de fenómenos geográficos asociados con terror y terrorismo” tales como:

 

1        La transformación de ciertos espacios en ‘paisajes de miedo’. El uso continuo del terror en una región produce paisajes de miedo. Estos paisajes son visibles, por ejemplo, en las formas en que los agentes del terror dejan huellas —como las casas destruidas y quemadas o graffitis en las paredes— como ‘estampa’ de su presencia y como amenaza constante para los pobladores. Efectivamente estos nuevos paisajes se dejan leer e interpretar a través de las huellas dejadas atrás. Los paisajes de miedo también se manifiestan en ‘espacios vacíos’, por ejemplo en forma de pueblos abandonados por sus habitantes […].

 

Aunque después de un tiempo de haber huido de sus tierras […] los habitantes frecuentemente regresan a sus casas. La experiencia de terror continua con la gente y el sentido de terror producido queda impreso en los nuevos paisajes de miedo.

 

2        Cambios abruptos en las prácticas espaciales rutinarias. La imposición de un régimen de terror en un lugar establece restricciones en los movimientos cotidianos de la población. Estas restricciones pueden ser explícitamente impuestas por los actores armados que prohíben a la población local desplazarse a ciertos lugares, o pueden ser restricciones implícitas impuestas por el miedo y un sentido de terror que ‘aconseja’ no moverse hacia ciertos lugares. Un sentido de inseguridad generalizada se extiende por el lugar y afecta las formas como la gente se mueve en sus alrededores. El contexto de terror lleva así a una fragmentación del espacio y rompe dramáticamente la movilidad espacial cotidiana. Los movimientos rutinarios son transformados de manera súbita y abrupta.

 

3        Cambios radicales en el ‘sentido de lugar’. ‘Sentido de lugar’ es un concepto desarrollado en planteamientos fenomenológicos sobre la dimensión subjetiva y experiencia del lugar […]. Se refiere con ello a las percepciones individuales y colectivas que están generadas en un lugar, a los sentimientos asociados con un lugar, y a “la característica de diálogo en la relación entre ser humano y lugar” […]. Sentido de lugar es un componente importante en la conceptualización de las geografías del mundo-vida […].

 

El mundo-vida en el Pacífico colombiano está condicionado por un entorno de bosque húmedo tropical, en el que las relaciones sociales espacializadas a lo largo de las cuencas de los ríos han construido lo que podemos llamar un ‘sentido de lugar acuático’[…].

 

Los agentes del terror dejan huellas visibles, no sólo en los paisajes de miedo sino también en los imaginarios de los pobladores locales y en las geografías imaginadas que se hacen del entorno en que viven y se mueven cada día.  El impacto psicológico del contexto de terror sobre la población afectada produce una pérdida casi completa de sentimiento de seguridad […].

 

4        Procesos de des-territorialización. Si entendemos por territorialización las formas como un grupo de personas se apropia de un territorio, entonces las amenazas y masacres cometidas contra las poblaciones afrocolombianas rurales en el Pacífico llevan a la pérdida del control territorial o, en otras palabras, a la des-territorialización. El caso más obvio es el desplazamiento forzado, como el descrito en los ejemplos anteriores, cuando los pobladores huyen de la violencia y del terror abandonando las tierras rurales. Sin embargo, estos procesos de des-territorialización no necesariamente implican el abandono de las tierras. La falta de poder ejercer territorialidad también existe cuando se impide la movilidad por los terrenos, cuando se sienten restringidos los movimientos por los lugares acostumbrados o cuando un consejo comunitario no puede implementar planes de manejo del territorio debido a la presencia y las amenazas de actores armados.

 

5        Movimientos físicos en el espacio causados por el contexto de terror. El desplazamiento forzado es de nuevo la expresión más clara de estos movimientos, que pueden ser a pequeña escala, con la huida de personas individuales, o a escala masiva, cuando poblaciones enteras huyen de una región azotada por el contexto de terror […] Los desplazamientos pueden resultar en migraciones de corta distancia y duración, por ejemplo hacia viviendas de familiares en un poblado cercano. O pueden ser de larga distancia y duración, por ejemplo hacia las grandes ciudades del país. Sin embargo, el desplazamiento es sólo un aspecto de estos movimientos que se dan en el contexto del terror.

 

6        Estrategias espaciales de resistencia. Las formas en que las poblaciones afrocolombianas se enfrentan al contexto de terror tienen una espacialidad específica. El entorno físico es importante en este aspecto, en tanto brinda el medio para la articulación de resistencias. Durante incursiones de actores armados, por ejemplo, sucede que algunos pobladores locales se esconden en ciertos lugares o huyen a través de rutas particulares que les dan cierta ventaja sobre los agentes de terror. No se trata aquí de banalizar lo que es una experiencia traumática, pero sí de resaltar la posibilidad que el entorno físico brinda para estrategias concretas de resistir a las incursiones violentas y confrontar al terror en su lugar, o sea, pensar en formas concretas de resistencia civil. (Oslender, 2004, p.42-44)

 

Zona Gris:

“Primo Levi, sobreviviente de la Planta Petroquímica de Auschwitz, en su conmovedor testimonio sobre la vida en los campos de concentración, se refería a la existencia de una ambigua “zona gris”. En ella, los presos del campo de concentración se sumían en un mundo insondable, donde el enemigo no sólo estaba alrededor sino también dentro de ellos. En esta zona, el “nosotros”, según el testimonio de Levi, pierde sus límites, y las fronteras entre las víctimas y los perpetradores se vuelven confusas. La zona gris posee una complicada estructura interna, la cual, según el autor, contiene en sí misma lo suficiente para complejizar nuestra tendencia de juzgar. La capacidad de resistir se destruye, en la medida en que el colapso moral es estimulado una vez que los prisioneros establecen complicidades con el enemigo. Desafiando nuestra capacidad de comprensión, Levi observó que en esta zona puede coexistir la brutalidad con la compasión en un mismo individuo en un mismo momento […].

 

Para Michael Taussig, en lugares donde prospera una cultura del terror, se crea, a través de la experiencia de la muerte y del miedo, un espacio de transformación en el que hay una pérdida del ser. A este espacio él lo denomina el “espacio de la muerte”, el cual tiene una larga tradición cultural, ya que es allí donde la imaginación social ha alimentado y transfigurado sus imágenes de maldad y del inframundo […]. La pregunta que nos haremos a lo largo de este capítulo es acerca de estos espacios de la muerte o zonas grises en donde el terror obliga al establecimiento de nuevas y paradójicas formas de comunicación entre los habitantes de las zonas de guerra. Consideramos que estas nuevas formas de comunicación se establecen no sólo entre víctimas y perpetradores sino también entre los habitantes de las mismas comunidades, que deben buscar nuevas maneras de relacionarse entre sí. En este sentido, y como lo veremos más adelante, los antiguos conflictos, previos a la llegada de los grupos armados, adquieren también nuevas dimensiones. En algunos casos se verán exacerbados y en ocasiones servirán de apoyo al poder de los armados.

 

¿Cuáles son las nuevas formas de comunicación que se establecen en este “espacio de la muerte”? ¿Cómo narrar el terror? ¿Cómo representarlo? En su trabajo sobre violencia en Irlanda del Norte, Allen Feldman […] anota que la violencia está cargada de un “exceso de sentido”, mientras que Valentine Daniel, en Sri Lanka, la analiza de la misma manera como un evento en el cual hay: “un exceso de pasión, un exceso de maldad” […]. Para Feldman, “el evento no es lo que sucede, sino lo que puede ser narrado” […]. Para él, la capacidad narrativa no es solamente oralidad, sino que también puede estar presente en artefactos materiales y relaciones que tienen la capacidad de contar algo. La ausencia de una forma ideológica capaz de acomodar la abrumadora experiencia con el exceso de significado que acarrea la violencia hace que sólo sea posible depositarla en una historia oral, ya que ninguna otra forma ideológica “puede acomodar tales experiencias sin caer en la incoherencia” […]. Para el caso de Colombia, Michael Taussig propone acercarse a la elaboración cultural del miedo y a las formas como la cultura del terror se convierte en un medio altamente poderoso de dominación. La pregunta que él plantea está relacionada con las formas en que el terror se encuentra mediado por las narrativas y el problema que genera para la contrarrepresentación efectiva”. (Steiner, 2009, p.296-298)

 

La violencia:

“[…] el fenómeno [requiere] de una definición operacional cada vez que [sea] referido a casos particulares, pues presentaba diferentes facetas según su anclaje en las diversas situaciones socioculturales en las que [emerge], o según qué membranas [traspasa] y en qué ambiente se [desencadena] y [prolonga] […] Pienso, por tanto, que convendría revisar críticamente las distintas formas de abordar el fenómeno de “violencia”, discutir sus límites y sus modalidades, analizar los usos del sentido común, y cuestionar la atingencia o relevancia de las categorías académicas que hemos construido para analizarla.

 

[…] Cuando se define la violencia como “el uso de la fuerza física, o la amenaza creíble de tal fuerza para hacer daño físico a una persona o grupo”, se la cosifica […] Victimario y víctima, más el meta-relato en el que están entrelazados, pueden construir un sistema cuya finalidad es el ejercicio continuado de la violencia; ambos ocupan roles que los complementan, ambos se dan existencia mutuamente, y ambos retroalimentan la enfermedad del sistema al mismo tiempo que retroalimentan su existencia enferma dentro del sistema”. (Recasens, 2005, p.35)

 

Aculturación forzada:

Primero hay que tener claro la categoría de aculturación.

En términos generales, se puede definir ésta como el procesos de transformaciones que se producen en los patrones culturales, desencadenado por la situación de contacto directo y continuo de dos grupos humanos pertenecientes a culturas diferentes. Se trata de un proceso que entra en conflicto con el proceso de enculturación, que es un factor de estabilidad cultural y que tiene a conservar las tradiciones. El proceso en cuestión puede tener un carácter libre, espontáneo y selectivo, o forzado y violento. [En cambio la] aculturación forzada […] se presenta por las transformaciones operadas mediante la coerción que ejerce un grupo sobre otro. Frente a este tipo de aculturación, los pueblos sojuzgados se debaten entre las siguientes alternativas: o rechazar al extranjero y a su cultura para refugiarse en la tradición cultural y desde ahí iniciar la resistencia, o renegar de al tradición para tratar de acomodarse a la cultura ajena, o, simplemente, el desamparo y el abandono de sí mismos […].

 

El elemento central de la aculturación forzada es, por tanto, la fuerza: que es génesis, ejecución y respaldo de los hechos de violencia. Y el ejemplo que puede satisfacer la búsqueda de una caracterización del fenómeno es el «sistema colonial». Allí ha mostrado y muestra de manera más descarnada los fines perseguidos, los mecanismos utilizados y los resultados del proceso. Una mirada al fenómeno lo proporciona Jean-Paul Sartre, cuando plantea que la violencia colonial trata de deshumanizar al colonizado, y en el intento de destruir sus tradiciones, sustituye su lengua por la propia, lo deculturiza sin entregarle nada a cambio: “se les embrutecerá hasta el cansancio (…) si se resiste los soldados dispararán, es un hombre muerto; si cede, se degrada, deja de ser un hombre; la vergüenza y el miedo van a quebrantar su carácter, a desintegrar su persona” […] Este tipo de aculturación puede iniciarse a causa de intereses políticos del grupo cultural agresor, que busca anexión territorial alegando reivindicación histórica o simplemente conquista. Otras agresiones pueden tener un interés de carácter económico […] militar o religioso […] carácter cultural y racial […] Todas ellas pueden enmascararse unas detrás de otras […].

 

En atención a que la aculturación forzada va precedida de una ocupación territorial violenta, tiende a afectar a los pueblos dominados tanto en sus estructuras sociales, culturales y religiosas, como económicas y políticas. Se descabeza a las dirigencias de cada uno de estos sistemas […] El pueblo afectado puede tener reacciones de carácter pacífico, pasivo, de colaboración de rechazo, de rebeldía, de resistencia, entre algunas de las características que la aculturación forzada presenta y de los resultados que produce, he elegido por razones de espacio, una de ellas: la resistencia […] Se ha dado el caso en que un sector de la sociedad define su situación de manera diferente aceptando que sus propios patrones culturales ya no tienen peso y cedan a la fascinación de la cultura extranjera, este corresponde generalmente a los grupos pertinentes a las elites, que por sus contactos con extranjeros o haber vivido fuera del país, se sienten cosmopolitas […] Pero otros sectores de la sociedad, pueden buscar establecer una política de rechazo que se expresa bajo la forma de un nacionalismo que promueve e inicia luchas de liberación o de un mesianismo y trata de fortalecer o reencontrar la identidad étnica en desequilibrio o perdida, según haya sido el grado de afectación y de violencia contra la con la que la cultura dominante actuó sobre la cultura colonizada […]. (Recasens, 2005)

 


 

Bibliografía


Oslender, U. (2004). Geografías del terror y desplazamiento forzado en el Pacífico colombiano: Conceptualizando el problema y buscando respuestas. En Conflicto e (in)visibilidad. Retos de los estudios de la gente negra en Colombia (pp. 35-52). Editorial Universidad del Cauca.

Recasens, A. (2005). Apróximaciones antropológicas al fenómeno de la Violencia. Revista Antropológica, 18, 31-58.

Steiner, C. (2009). Almas en pena. Una aproximación antropológica a las prácticas violentas en zonas de conflicto. En A la sombra de la guerra. Ilegaldiad y nuevos órdenes regionales en Colombia. Universidad de los Andes.


 Francisco Ferrandiz: Violencia, Relaciones de poder y relaciones políticas (necesariamente asimétricas), así como  la cultura y las diversas formas en las que esta se vincula con diferentes estructuras de dominación en los ámbitos micro y macrosociales.

 

Francisco Ferrandiz:Cultura de la violencia.  Relación entre violencia y cultura. Al referirnos a violencia(s) y cultura(s) estamos pensando en el continuo de formas de resolución no pacífica de conflictos (de las políticas a las cotidianas pasando por las estructurales y las simbólicas) y en las modulaciones culturales de la misma (en los códigos simbólicos que orientan tales prácticas, sujetos a constantes procesos de cambio e intercambio)

 

Philippe Bourgois(2001): ha propuesto una definición de violencia a partir de cuatro modalidades de la misma.

Violencia Política: Aquellas formas de agresión física y terror administradas por las autoridades oficiales y por aquellos que se les oponen, represión militar, toytura policial y resistencia armada, en nombre de una ideología, movimiento o estado político.

 

Violencia Estructural: Se refiere a la organización económica-política de la sociedad que impone condiciones de dolor físico y/o emocional , desde altos índices de morbosidad y mortalidad, hasta condiciones de trabajo abusivas y precarias.

 

Violencia Simbólica: Definida en el trabajo de Bourdieu como las humillaciones internalizadas y las legitimaciones de desigualdad y jerarquías, partiendo del sexismo y racismo hasta las expresiones internas del poder de clases

 

Violencia Cotidiana: Incluye las prácticas y expresiones diarias de violencia en un nivel micro interaccional : entre individuos (interpersonales) doméstico y delincuencial. Se centra la experiencia individual vivida que normaliza las pequeñas brutalidades y terror en el ámbito comunidad y crea un sentido común o ethos de la violencia.

 

Esas cuatro formas de violencia no deben verse por separadas, ya que muchas veces una se funda en las bases de la otra.

 

Andrés Recasens Salvo: Cultura de la violencia. La violencia al generarse o tener eco en determinada sociedad , adquiere su expresión mediante sus modos de vidas que ella afecta, y en medio de los cuales se desarrolla, por tanto hay una interrelación entre las relaciones socioculturales y  valores   normativos en los que la violencia se desenvuelve, los cuales determinan si esta es legitima o no. Por otra parte, la violencia provoca consecuencias de carácter social y cultural, como problemas de identidad, de pertenencia social, de inestabilidad de rol, desequilibrio en las relaciones familiares y sociales.

 

Andrés Recasens Salvo: La violencia es un proceso y no una cosa, Es un proceso, cuyo escenario implica un contexto, una completa trama de situaciones que se enlazan y entretejen en un tiempo para generar y dar lugar al fenómeno. Al tratarla como una cosa o como un objeto, la privamos del análisis, del contexto y el desarrollo.

 

           

 

 

Andrés Recasens: Plantea 3 formas de etnocentrismo:

Etnocentrismo moderado:Cuando el propio estilo de vida se prefiere por estimarse que es mejor que otros. Fomenta un refuerzo de la identidad cultural y lazos de pertenencia al grupo

 

Etnocentrismo Militante: Cuando se estima que el universo ha sido configurado de acuerdo a la cultura del grupo al que se pertenece y que los demás deben ser considerados y evaluados con respecto a ella. Fomenta condiciones para que surjan nacionalismos, fundamentalismo religioso e ideológicos, intolerancias y prejuicios

 

Etnocentrismo Radical: Cuando se cree ciegamente a los valores y a la cultura del grupo o sociedad que se pertenece. Fomenta doctrinas, ideologías y comportamientos odiosos frente a otros grupos, que se convierten en xenofobia,  excluyente de cualquier diferencia, con un carácter expansionista, hegemónico y genocida.

 

Rita Segato: Moralidad/legalidad, para Segato, estos dos conceptos se encuentran en tensión, en términos de leyes para la protección de las mujeres y la erradicación de la violencia de género. Debido a que hoy en día, siguen habiendo comportamientos que apelan desde una moralidad tradicional, es decir, la ley tradicional del estatus se infiltra en la ley moderna del contrato jurídico.

 

La autora propone el siguiente ejemplo para explicar lo anterior planteado. La ley brasileña considera violacion a la conjuncion carnal con penetracion vaginal y a todas las otras formas de violacion, como el coito oral o anal forzado, las atribuye a la figura juridica de atentado violento al pudor. Desde esa perspectiva se evidencia que la ley vela por el patrimonio y la herencia familiar, que pasan a través del cuerpo femenino, y no por la mujer que fue agredida. Además, en el código penal brasileño la violacion y el atentado violento al pudor son crímenes contra las costumbres y no crímenes contra la persona.

 

Rita Segato:Derechos humanos de las mujeres y derechos de los pueblos, Segato plantea que es en el cuerpo femenino y en su control, desde el cual los grupos étnicos inscriben su marca de cohesión. Por tanto, hay un equilibrio y una proporcionalidad entre la dignidad, la consistencia y la fuerza del grupo, con la subordinación femenina. En lo anterior reside uno de los mayores obstáculos que presenta la ley moderna en su intento por garantizar la autonomía femenina y la igualdad, pero sobre todo, es un obstáculo para las mujeres pertenecientes a grupos étnicos, en la lucha por sus derechos, ya que si reclaman sus derechos individuales, corren el riesgo de amenazar los derechos colectivos de su pueblo.  En resumen, los derechos humanos no se suman ni se complementan pacíficamente sino que por el contrario, muchas veces se encuentran en tensión uno con los otros.

 

Rita Segato: Mujer híbrida, Rita Segato plantea que las mujeres se encuentran en una posición híbrida, debido a que una parte de ellas se adapta a la posición que le es atribuida, es decir, ese sistema de estatus que se basa en la usurpación o exacción del poder femenino por parte de los hombres, los tributos de sumisión, domesticidad y moralidad. Pero por otra parte, en esa misma mujer existe una parte que no cabe enteramente en su papel en el orden de estatus, el cual exige una agencia libre y un deseo que no es el de la sumisión.

 

Comisión De Violentólogos:

Violencia del crimen organizado contra políticos y periodistas.

En esa modalidad son características las actividades dell narcotráfico y de otros sectores del crimen organizado, que van dirigidas a intimidar a funcionarios del estado y a miembros de la prensa para callarlos.

 

Violencia del crimen organizado contra personas privadas.

Se presenta en formas como el atraco, la extorsión y la eliminación física a prácticas de boleteo y a la amenaza. En ocasiones se ampara o se atribuye a siglas de los grupos guerrilleros o sicarios.

 

Violencia de las guerrillas dirigida contra el Estado.

Aquí se caracteriza por emboscadas, asaltos a las poblaciones y enfrentamientos con las fuerzas armadas.

 

Violencia de grupos alzados en armas contra particulares.

Se caracteriza porque está en busca de financiación para tomar represalias contra presuntos colaboradores del ejército o liquidar enemigos individualizados

 

Violencia de organismos del Estado en ejercicio de la guarda del orden público.

Aquí se evidencia cuando la violencia utilizada por el Estado sobrepasa la legalidad institucional. Puede estar dirigida a grupos alzados de armas en enfrentamientos y en acciones de control territorial, pero también puede estar dirigida a particulares sospechosos de ser colaboradores con la guerrilla. Y en este último caso es característica la forma de desapariciones, malos tratos y otros excesos, como torturas.

 

Violencia del Estado contra movimientos sociales de protesta.

Característica cuando las exigencias o las peticiones de la población, son respondidas con la fuerza militar como sustitución  del diálogo civil

 

Violencia del Estado contra las minorías étnicas.

Característica por estar en contra de pueblos que conservan su legado cultural diferente al impuesto desde la conquista española. Se ejerce para despojarlo de sus tierras y sus recursos, esta forma de violencia es una de las más antiguas y una de las menos perceptibles en las modalidades de violencia, porque los aparatos educativos en los medios de comunicación de masas pretenden legitimizarla argumentando que hay razas superiores y razas inferiores y que las últimas deben ser sometidas e integradas a la cultura dominante.

 

Violencia de particulares no organizados.

Caracteriza por el robo el hurto calificado homicidio y lesiones personales, justicia privada.

 

Violencia de particulares en su vida privada.

Caracterizada por una expresión de dominio o de presunta superioridad sobre miembros más débiles de la familia producto del consumo del alcohol o de alguna otra droga.

 

Arocha,Jimeno,Cubides: Fundamentalismo cultural, en vez de hacer énfasis sobre los legados de las diferentes razas humanas, el fundamentalismo cultural contemporáneo, resalta las diferencias culturales y su inconmensurabilidad, y además exhalla identidades y lealtades nacionales primigenias. Lo que distingue al racismo de esta forma de fundamentalismo cultural es el modo como éste último, percibe a quienes supuestamente amenazan la paz social de la nación.

 

Por otra parte, a diferencia del fundamentalismo cultural europeo, la versión colombiana, no surge como una reacción del incremento de inmigrantes extranjeros, sino que se ha ido construyendo desde la colonia y aún hoy, después aprobada la Constitución de 1991, sigue siendo un hábito que afecta la forma en cómo se percibe a los afro colombianos o como se les invisibiliza

 

En temas de la violencia,  los Violentólogos se han guiado por fundamentalismos culturales y han ignorado otros temas que son importantes, como lo son las relaciones étnicas y raciales dentro de la violencia y los actores violentos, los desplazamientos forzados de territorios ancestrales y la negación de derechos individuales y etnonacionales.

 

Arocha,Jimeno,Cubides: La etnicidad, es el conjunto de rasgos particulares que evoluciona un pueblo a lo largo de su historia de interacciones con otros pueblos.

 

Ulrich Oslender: Paisajes de miedo,  El uso continuo del terror en una región produce paisajes de miedo. Estos paisajes son visibles, por ejemplo, en las formas en que los agentes del terror dejan huellas como ‘estampa’ de su presencia y como amenaza constante para los pobladores.

 

Los paisajes de miedo también se manifiestan en ‘espacios vacíos’, por ejemplo en forma de pueblos abandonados por sus habitantes, lo que es muy visible en el Pacífico colombiano, donde pueblos enteros han sido abandonados por la población antes o después de una masacre paramilitar o guerrillera.

 

Ulrich Oslender: Sentido de lugar, Se refiere con ello a las percepciones individuales y colectivas que están generadas en un lugar, a los sentimientos asociados con un lugar, y a “la característica de diálogo en la relación entre ser humano y lugar”

 

En el caso del pacifico,  hay un sentido del lugar acuático, debido a la relación de los habitantes con los ríos del territorio y la construcción de sus vidas alrededor del rio.  Con la irrupción de los agentes de terror en el Pacífico colombiano, se produjeron cambios fuertes en la manera en cómo la gente percibe el territorio.

 

Por tanto, los agentes del terror dejan huellas visibles, no sólo en los paisajes de miedo sino también en los imaginarios de los pobladores locales y en las geografías imaginadas que se hacen del entorno en que viven y se mueven cada día.